por: DRA. C. ANGELINA
ROMÉU ESCOBAR
“... el lenguaje debe jugar un papel
central – y no
lateral o marginal – en el aprendizaje de lasciencias. Aprender ciencia significa aprendera hablar o escribir sobre ciencia...Daniel Cassany
INTRODUCCIÓN
Educar para la ciencia constituye una de las
tareas fundamentales de la escuela la cual se relaciona desde temprano con el
desarrollo de habilidades para obtener, procesar y producir conocimientos
científicos, que familiarizan a los estudiantes con la actividad científica y
les abren el camino de la investigación. Sin embargo, ocurre con frecuencia
que, al iniciarse en el estudio de los contenidos científicos en las diferentes
asignaturas, muchos estudiantes afrontan dificultades derivadas del pobre
desarrollo de dichas habilidades, lo que pone de manifiesto sus limitaciones
para adquirir conocimientos sólidos, que puedan integrar con los precedentes y
que les permitan avanzar en la adquisición de otros nuevos.
El dominio del lenguaje de la ciencia no
tiene lugar al margen del aprendizaje de los contenidos científicos en las
diferentes asignaturas. Por esta razón, es que defendemos la idea de que “la
enseñanza del discurso científico sólo puede ser abordada en una perspectiva
interdisciplinaria, como un problema en el que intervienen y participan todos
los profesores”( Roméu, 2000). Esto da lugar a otra idea que consideramos
igualmente fundamental y es que para enseñar a sus alumnos a comprender y
producir textos en el estilo científico “ los profesores de todas las
asignaturas deben tener clara conciencia del papel que les corresponde, lo cual
les exige una preparación lingüística, teórica y metodológica que, hasta la
fecha, no han recibido nunca por considerarla privativa de los profesores de
lengua.” (Roméu, 2000)
En este trabajo nos proponemos ofrecer
algunas ideas acerca de cómo abordar la enseñanza de la comprensión y
producción de textos científicos, a partir de un enfoque cognitivo,
comunicativo y sociocultural, que toma en cuenta las dimensiones de la
semiótica en el análisis de cualquier tipo de discurso, a saber: la sintáctica,
la semántica y la pragmática, y que, por lo tanto, se aplican también al
discurso científico.
1. EL DISCURSO CIENTÍFICO: CARACTERÍSTICAS
ESTILÍSTICO-FUNCIONALES

Existe el criterio bastante generalizado de
que las características del discurso científico son: su impersonalidad, que se
revela en que no descubre la subjetividad o personalidad del autor; su
objetividad, al reflejar el conocimiento de la realidad, su esencia y las leyes
que la rigen; y la exactitud que, como rasgo de la ciencia, permite develar la
esencia de forma precisa. Sin embargo, en los últimos tiempos, a partir de la
Semiótica del discurso, se considera que, al igual que otros tipos de
discursos, el científico está expuesto a la manipulación por parte del autor,
quien se vale de todas las argucias permisibles para presentar de forma
comprensible sus ideas y ofrecer argumentos convincentes, que garanticen la
aceptación de los lectores. Sin dudas, hay que reconocer la existencia de una
intención comunicativa en el autor de este tipo de texto, que lo lleva a
presentar las ideas y a argumentarlas a fin de lograr su propósito, para lo
cual se vale de determinadas estrategias, a partir de su percepción de la
realidad, lo que de cierta manera personaliza la exposición; de igual forma,
hay que admitir que toda construcción teórica, está marcada por la cultura e
ideología del autor, lo que revela la subjetividad de este y el carácter
histórica e ideológicamente condicionado de las teorías que propone, así como
su valor relativo, que les atribuye cierto grado de inexactitud. Sin embargo,
ninguna de estas características niega la necesidad de que se exprese el
conocimiento científico de forma precisa, objetiva y fidedigna, refiriendo el
resultado de nuestras observaciones y reflexiones, sin pretender ocultar la
realidad o tergiversarla.
La veracidad, enmarcada en los límites de la
dialéctica de la verdad absoluta y la verdad relativa, constituye un rasgo
esencial del lenguaje de la ciencia. Para los positivistas, la veracidad de las
teorías científicas radica en su verificabilidad en la práctica. Para otros
autores, “...la objetividad de los enunciados descansa en el hecho de que
puedan contrastarse intersubjetivamente”. (Popper, K 1997, citado por A.M.
Vega, 2001: 6). Tal como estos la definen, la objetividad es el resultado de la
contrastabilidad teórica de los enunciados y la realidad objetiva. Se considera
que “el discurso científico consiste en una construcción de teorías sujetas a
contrastes intersubjetivos, cuya validez depende de la recurrencia y
regularidad de los acontecimientos que se intentan explicar.” (Vega, A. M.,
2001). La verdad, por lo tanto, puede modificarse en futuros discursos, en
tanto se verifican estos al contrastarlos con la realidad.
Para A. M. Vega, “el lenguaje es el
conocimiento” y llega a la conclusión de que “conocer una ciencia es conocer su
lenguaje” (A. M. Vega, 2001: 2). Respecto a la primera afirmación, se establece
una relación de identidad entre las categorías lenguaje y conocimiento. Si se
parte de la concepción dialéctico materialista que considera el lenguaje y el
pensamiento como una unidad y no como una identidad como se pretende hacer ver,
tal concepción sería discutible, pues ambas categorías realizan funciones
diferentes, aunque se complementan. El pensamiento tiene como función esencial
proporcionar el conocimiento acerca de la realidad, que queda fijado mediante
la palabra, que constituye su envoltura material, al decir de Marx, y es de por
sí una generalización. El conocimiento es fruto de la actividad psíquica
superior, en las que intervienen los procesos lógicos del pensamiento. El
lenguaje, por su parte, participa en la construcción del pensamiento en
conceptos y en su exteriorización, lo que revela sus dos funciones esenciales:
la noética o cognitiva y la semiótica o comunicativa.
Respecto a la segunda afirmación de la autora
citada, sin dudas, estamos de acuerdo en que a través del lenguaje es posible
determinar los conocimientos que una persona tiene sobre una ciencia dada, por
lo que consideramos válida la conclusión a la que arriba. Al afirmar que “sin
lenguaje no habría ciencia”, pone de relieve el papel que el lenguaje ha
desempeñado tanto en el proceso de hominización de la especie, como en el
proceso de socialización del individuo que nace en un contexto cultural
determinado. Sin la aparición del lenguaje articulado, no habría sido posible
la existencia del pensamiento verbal o pensamiento en conceptos. El “homo
sapiens” era también “homo loquens” y “homo laborans”. El pensamiento y el
lenguaje, unidos según plantea Lev Vigotsky en una determinada etapa de su
desarrollo, constituyen una unidad indisoluble, que tiene como elemento
integrador el proceso de significación. Construir significados acerca del mundo
(conocimientos) y transmitirlos a los demás, son funciones del pensamiento y el
lenguaje que revelan su unidad dialéctica, no su identidad.
2. SABERES NECESARIOS PARA LA COMPRENSIÓN Y
PRODUCCIÓN DEL DISCURSO CIENTÍFICO.
Al abordar la enseñanza de la comprensión y
construcción del discurso científico, debe tenerse en cuenta que en dicho
proceso intervienen múltiples saberes, como son:
- saberes sobre la realidad y el tema que se
va a tratar;
- saberes sobre el contexto en el que tendrá lugar la interacción;
- saberes sobre el tipo de texto que se desea redactar;
- saberes sobre las estrategias que posibilitan una comunicación
eficiente y
- saberes sobre los medios comunicativos que se deben emplear.
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